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por Juan Jose Olivares

El ADN de la música de cine es un elemento de narración: Edy Lan

En cualquier creación artística, lo más importante es la emoción.

El mexicano Edy Lan dice que era “un niño raro y gordo” que escuchaba música clásica, pero que también era fan de Michael Jackson, y por su mamá, de Queen, King Crimson, y Yes, entre otras bandas inglesas.

En la escuela lo bulleaban por su condición física y por ser el chavito que tenía discos de música de academia. “Era el gordito que escuchaba música clásica. Siempre estaba pensando en muchas cosas. Nunca encajé bien en el colegio aunque tuviera a mi grupo de amigos. Era un niño curioso que hacía preguntas y por eso no me la pasaba bien”, confiesa en entrevista con Native Instruments.

Aunque ya es adulto, actualmente sigue hablando con el niño interno que todos llevamos. “Si le preguntas a mi esposa, te dirá que sigo siendo un infante. Hablo mucho con mi niño interno. Es en los peores momentos de mi vida cuando he olvidado hablar con éste. Ahora, trato de acordarme el mayor tiempo de él”.

Por intuición, ese extraño párvulo sabía que no se tenía que “discriminar en la música”. Su naturaleza le decía que en cualquier creación artística, “lo más importante es la emoción; uno busca al arte por el aspecto que le crea. El efecto que te produce un arreglo orquestal es el mismo que te crea un trío de rock. Las dos formas son chingonas”.

Lo dice un hombre que creció con un bagaje sonoro sui géneris, y que hoy día desea producir diferentes estilos de música, aunque técnicamente, hacer un arreglo orquestal, uno pop, o un score de cine, sea diferente, “la emoción tiene que ser lo esencial… Al final, lo que interesa es crear un impacto emocional”.

Pero, ¿quién es Edy Lan?

Él es compositor, arreglista y cantante. Ha creado varios score cinematográficos y ha trabajado con músicos internacionales como Plácido Domingo, José Luis Perales, Mijares o Sergio Vallín (guitarrista del grupo mexicano Maná). También ha compuesto música para publicidad. Estudió en el CIEM Centro de Investigación y Estudios de la Música, asociado al Trinity College London.

Uno de sus principales leit motiv como músico es retribuir con emociones musicales lo que otros creadores sonoros hicieron en él.

¿Por qué tu trabajo es una retribución?

Me metí a la música porque fui impactado por diferentes creadores audiovisuales y sonoros. Quiero crear éso en otros. Estando en medios muy académicos, los artistas pueden ser tan técnicos que pueden caer en eso de analizar demasiado, y se les puede olvidar la emoción.

Recuerda que el momento que decidió tomar este camino de la música fue cuando su abuela lo llevó a ver la obra musical West Side Story (Amor sin barreras). “Ya había sentido el impulso, pero se solidificó ese día. “Toda la obra fue impactante. Lloré y lloré con esa historia de Romeo y Julieta llevada a Nueva York. Cuando terminó, seguía llorando. En el carro con la abuela quedé en silencio. Me dije: tengo que estar en la música”.

Reconoce que no es una carrera fácil. “En México, somos conservadores. Es mal visto querer ser músico, porque te ven como el huevón, el que no se quiere tomar las cosas en serio. No obstante, en mi familia hubo apoyo para hacer lo que quisiera siempre y cuando lo hiciera bien”.

¿Un músico puede convertirse en narrador acústico? ¿Contar historias con el sonido?

100 por ciento. Creo que cuando mejor músico eres es cuando eres buen narrador. En la música de cine esto es claro. Un buen compositor que no entiende el lenguaje de cine como elemento narrativo se meterá en problemas, aunque sea buen músico. El ADN de la música de cine es un elemento de narración. Si no hay sensibilidad como narrador, en general, no puedes hacer bien un score. Y ves eso en cintas en las que la música es desconexa con la historia y al final no contribuyes. Y eso no es nada más en el cine. La música, en su mejor momento, es cuando es narrativa.

¿La música tiene color?

En mi caso es lo primero que se manifiesta. Como vivimos en una sociedad tan visual, no hay palabras para describir lo que sería el color musical. Cuando se comienza a formar una idea en mí, empieza por el color. A lo mejor no tengo claro cuáles serán las notas, pero lo que sí es el color de lo que quiero expresar. Es mi primera manifestación. Pese a que al inicio no haya detalles, eso es el comienzo.

Con los score, Edy trabaja de diversas formas. Lo han llamado a iniciar un proyecto cinematográfico desde el guión, “algo que me gusta, porque es bueno estar involucrado, pero éso tiene sus down sides de que a veces te haces una película en tu cabeza y cuando ves la realización es otra cosa. Es mejor llegar con un corte y basarte en ello; sin embargo, también te da la libertad a crear ideas. También he llegado en esa etapa de ver el guión y eso funciona e informa a la película. Nomad (uno de sus recientes trabajos) está filmada en 17 países. En ella trabajé con sampleos de lugares y de tribus, y les metí partes orquestales. Para esa película, el director se llevó una ideas (sonoras) que tenía, y las usaba en el set mientras filmaba, y eso le dio información a la historia”.

Como creador, cuando hace lo mismo muchas veces, se aburre.

Comenta: “Cuando hice el score de Similars (Los parecidos) es lo que había deseado toda mi vida. Desde niño estaba obsesionado con la ciencia ficción de la década de los años 50. Esa cinta me dio la oportunidad de hacer algo que me gustaba. No obstante, no podría hacer scores como ése toda mi vida. Me aburriría. Cuando ya logré algo, me da flojera hacer lo mismo. Nomad me ha llevado a trabajar con otro proceso y me ha dado frescura”.

Abunda: “Hice otra banda sonora este año: The Containment, que va a salir en 2022, y es sobre terror sobrenatural. La música iba a ser orquestal-tradicional y nos agarró la pandemia. Tuvimos que darle la vuelta. No había orquestas para grabar, lo que me forzó a hacer un score vocal, con mi voz”. Yendo a cantar con un coro a Holanda, conoció a un trío francés de chicas que cantan a capela y con las que acordó trabajar a distancia. También echó mano de un violinista de México con el que ha sampleado muchas piezas, y de una charola donde se secan los trastes. Sí, una charola que utilizaba junto con un arco de chelo para sacarle sonidos. “Con esos elementos hice la música”.

¿Qué te dio el experimentar, el atreverte a profesionalizar un sonido de secatrastes*?

Me encantó. Es un placer que no sé cómo explicar. Tiene que ver que para mí, el experimentar es la base real de la creación. Uno estudia teoría y todo, pero a veces se nos olvida que la teoría de cualquier arte se desarrolla posterior a la creación. En el arte, la experimentación viene como codificación de la teoría. Cuando te atreves a experimentar es cuando eres más fiel al espíritu de lo que es en sí crear.

Reconoce que de esa experimentación, “un 60 por ciento se tira a la basura porque no funciona, pero así es el proceso. Por ejemplo, en The Containment hace mucho no me divertía tanto componiendo, puesto que hubo mucho de éso. Sí, uso la teoría, pero no olvido que primero me voy con mis emociones, mis sensaciones, y la teoría la utilizo para expandir ideas o cuando estoy atorado. Estoy clavado eso de que un buen score debe tener pocas ideas. Los mejores tiene pocas pero muy desarrolladas”.

Edy trabaja con cosas académicas así como con populares. Recuerda su trabajo con el cantautor español José Luis Perales. “He colaborado con él en dos discos. Sabía de su música porque mis tías lo escuchaban”.

Destaca la canción El reencuentro (de seis minutos). Comenta que el productor, que es su hijo, Pablo, quería algo cinematográfico y lo dijo a otro de los productores, el ingeniero de sonido Rafa Sardina (productor de Lady Gaga, Stevie Wonder y Luis Miguel, entre otros) que necesitaban ello y al final, éste lo recomendó.

“Esa canción cuenta una historia muy narrativa. Me dio chance de crear, hacer los arreglos, crear puentes, hacer sugerencias en la melodía y la armonía… Fue una colaboración padre que fue todo un reto porque se trataba de balada romántica. Pude meterle mi sello, embellecerla. El reencuentro fue la pieza mejor recibida de Perales. Ya ves como es la industria, que supuestamente exige que para que las canciones peguen, deben tener cierta duración o ser o tener tal o cual cosa, y no es cierto; si una canción gusta, gusta y ya”.

El caso de colaborar con Sergio Vallín fue que el hilo conductor del disco solista del guitarrista era orquestal, con arreglos cinematográficos, por eso le entró. “Otro productor lo contactó conmigo, porque querían darle un toque de narración de cine”.

Edy Lan está también haciendo un Ep como cantante. “Tuve una vida alterna. Iba a firmar con Sony cuando acababa de salir de la escuela. La historia es que mi familia acababa de ser vítima de un fraude y estábamos mal económicamente. Fueron unos tres años duros en los que trabajé de lo que encontrara, como de edecán; los fines de semana hacía mi música. Otra de esas chambitas que logré fue producirle unas rolas a un cuate que estaba en Televisa. Tenía unas cinco canciones y los demos. Como había poco dinero hice las voces y les gustó cómo canté. Era tentador porque solo podía hacer música los fines de semana”.

Su acercamiento con NI fue también por Rafa Sardina, el que lo recomendó con Perales: “él me dio mis primeras oportunidades como arreglista. No tenía dinero para comprar librerías pero en su estudio tenía el Komplete. Ahí descubrí los sonidos de NI con Kontakt, que se volvió el estándar de mis librerías. Desde que comencé a producir cosas profesionales, ha sido una herramienta muy útil para hacer demos o producir arreglos. El año pasado hice la música de otra cinta: Parallel, y todos los pianos son de NI. Hice un piano desafinado que yo cree con Kontakt. Antes de conocer a NI, los demos los hacía en notas de programación de música pero los sonidos eran horrorosos. De hecho, en la primera cinta que hice con Isaac Ezban, El incidente, los demos eran como sonidos del juego Mario Bros. Isaac tuvo que confiar en mí por el presupuesto de la película. Luego de que me fue mejor y tuve las librerías de NI pude hacer placas que serían el producto final”.

 

*Edy sampleó el sonido de un escurridor de trastes tocado con un arco de cello para el soundtrack de The Containment

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