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por Juan Jose Olivares

La música dirige y nosotros la seguimos. Nunca he tenido prejuicio con los géneros musicales, dice Dan Zlotnik

“Soy afortunado porque he estado en diversos territorios aprendiendo, como en la música para cine, que es estar en la enseñanza todo el tiempo”, asegura. Tiene más de 35 créditos en música para cine y ha sido músico de Zoé, Natalia Lafourcade, Napoleón, Lupita D´Alessio, OV7, entre otros.

Dan Zlotnik es un amante incondicional de la música. Más que su musa, ella es su eterna compañera. Tal es así que cada vez que está arriba de un escenario tocando su saxofón o su clarinete, sólo se le ve sonriendo de felicidad.

Dan, quien también es arreglista, compositor y productor, podía estar tocando en 180 conciertos al año; desde pop hasta jazz vanguardista. Igual podía estar al frente de la dirección artística del cantautor Napoléon, acompañar a la cantante Lupita D’Alessio, en las giras del grupo Zoé, Natalia Lafourcade o de la reina disco Gloria Gaynor.

Daniel Guillermo Zlotnik tiene en su currícula más de 200 álbumes como productor, arreglista y músico invitado. También se le recuerda como parte de la banda de new jazz Los Dorados.

Ahora es compositor de bandas sonoras para cine y series de Netflix y HBO. Tiene más de 35 créditos en trabajos audiovisuales, incluyendo la película La delgada línea amarilla, con la que se estrenó haciendo todo el score del filme, por el cual, por cierto, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas lo nominó para un premio Ariel. El largometraje fue dirigido por Celso García y producido por Bertha Navarro y Guillermo del Toro.

Después de años de dedicarse a tocar en vivo, grabar discos y hacer trabajo de músico de sesión, Zlotnik retomó sus estudios en composición, orquestación y arreglos para dedicarse a estar en casa y crear música propia.

“La música dirige y nosotros la seguimos”, ha dicho el músico, que a veces habla desde el lugar de un instrumentista, del productor de un disco, como compositor de la música de una película, o como parte de un performance. Así piensa el multinominado a premios Grammy Latino, que por cierto, tiene récord de participaciones en el festival Vive Latino, con 6 shows en un solo día.

Cuenta en entrevista que el proceso de musicalizar cine llegó de forma natural, porque, poco antes de la pandemia, “había decidido girar menos. Estaba en la gira de acústico con Zoé, pero se acabó y vino esta decisión de empezar en ese tema y he tenido suerte”.

El músico comparte cómo se inició en la elaboración de sus “pinceladas” para crear paisajes sonoro-cinematográficos:

“En diciembre renuncié al último jale de hueso (acompañar a otros músicos) que tenía. Dejé la gira de Zoé para dedicarme a hacer scores y estar en mi estudio, encerrado. Llevaba rato pensando tocar menos. Era ridículo cómo podía estar en 180 shows al año. Me encanta tocar en vivo pero no quería llegar al punto de odiar hacerlo para otros; entonces, comencé a hacer bandas sonoras con la mancuerna de Camilo Froideval, con quien he trabajado mucho. De una forma empezamos a tener chamba en series, películas… La mayoría de los servicios de streaming, por la pandemia, decidieron acelerar sus proyectos y entonces tuvimos mucho trabajo. Fue intenso”.

¿Cómo fue la primera vez que hiciste música para cine?

Cuando terminaba la vuelta con Zoé supe que ya no estaba tan padre tocar en vivo. Antes amaba viajar, subirme a un avión y conocer gente. A todos los géneros musicales le entraba y encontraba algo bueno; me la pasé bien en todos. Desde tocar con Gloria Gaynor o con cualquier grupo de free jazz raro, sonrío y gozo. Pero cuando empecé a sentir que no estaba contento, que mi agenda era un caos, me dije: ¿qué otro camino puedo tomar?, porque la música me gusta mucho y no la puedo dejar.

Zlotnik continúa: “Comencé a hacer arreglos para discos de amigos, y la neta todos eran proyectos muy buenos. Era fácil aprender de ellos. Pero decidí estar en mi estudio, grabar y escribir música, y de ahí vino la oportunidad de hacer pruebas para una película en la que la banda sonora era pura música de big band. Me hablaron para escribir algo. A partir de ahí todo vino natural. Iba como sesionista a un curso de la productora Bertha Navarro, que se llamaba Laboratorio de Música para Cine. Me contrataron para grabar en un día pero luego quise ir como alumno. Entré y me la pase increíble. De ahí, poco tiempo después conocí a Celso García a través del diseñador de sonido Sergio Díaz (quien trabajó en la película Roma), quien estaba en los cursos. Celso, quien preparaba su ópera prima La delgada línea amarilla, quería que el músico que estuviera en su cinta firmara su primer trabajo junto con él. Y así, entré haciendo una cinta que me sirvió para aprender.”

“Hay una comunicación entre lo que sucede en el filme y el sonido. Ésto hace que uno tenga una relación creativa con el director mucho más concreta, pero la parte más chingona es que en cine el trabajo es en equipo. La música para cine es estar aprendiendo todo el tiempo”

Fue un bautizo.

Me nominaron al Ariel. Y fue la primera cinta con la que me invitaron al Talent Campus de la Berlinale (festival de cine de Berlín). Tuve suerte. Es la única película en la que vi todos los cortes y no tenía música temporal. La cinta venía en cero, con diálogos y nada más. Fue muy bonito darle pinceladas a la historia.

Háblanos de tu proceso creativo.

Depende de cada proyecto, pero la parte más chingona es que en cine el trabajo es en equipo. Todo lo haces con más gente y eso, en vez de tomarlo como algo malo, yo lo veo como muy liberador. Me gusta sentirme parte de un crew para saber que donde la cague, habrá una mano que entrará a ayudarme. Lo que siento cuando estoy en un equipo bueno es que no me tengo que preocupar, porque sé que alguien volverá en buenas, malas ideas. En el cine, lo único que tenemos que hacer es contar una historia y que se entienda.

Siendo concretos, cuando tengo suerte me mandan guiones y ya estoy ideando el universo. Hay otros proyectos que llegan más armados, con música muy concreta; o sea, ya tengo corral por donde puedo pasearme. Realmente cada proceso es distinto y cualquiera me gusta. No es que sienta que hay un camino ideal o el lienzo vacío.”

En el proceso colectivo de creación, el aprendizaje es eterno. ¿Qué es para tí la enseñanza?

Soy afortunado porque he estado en diversos territorios aprendiendo. Cada vez que me siento cómodo en un lugar, intento moverme para estarlo menos y aprender más. En especial, la música para cine es estar aprendiendo todo el tiempo. Siempre te enfrentas a un desafío distinto. Es encontrar melodías chingonas para ayudar a la película donde lo necesita. Encontrarme en terrenos no confortables es lo que me gusta. Apenas hice reguetón para una cinta… te tienes que meter en distintos universos y aprender de todos.

Sabemos que hay prejuicios en la música como el que, si eres de formación académica nunca tocarías géneros populares. ¿El estar abierto te ha hecho descubrir nuevos caminos?

Nunca tuve prejuicio con los géneros. En un mismo mes tocaba con El Haragán, con Natalia Lafourcade o con un trío de free jazz. También tenía que grabar con OV7, hacerles arreglos. Nunca me pareció que había chamba que no se hiciera lo mejor posible. Toda es respetable. Hacer el trabajo lo mejor posible es lo que me mueve. Hacer tu trabajo bien no es negociable.

Ver a Lupita D’Alessio, con quien trabajé 14 años, hacer que una multitud de 10 mil personas se calle cuando habla frente al micrófono, es una clase maestra. Otro ejemplo es el de Napoleón, un artista que hace que hasta un viejito en silla de ruedas se levante a cantar sus canciones; eso genera vida. Para eso es al arte, para dar vida. Tuve buenos maestros en todos los géneros.

Hay música que no escuchas en tu casa pero hay audiencia que sí. Es arrogante pensar que toda esa gente a la que le gusta la música que a ti no, es muy pendeja. Puede que a alguien le guste Maluma, pero eso no quiere decir que sea una mierda. Hay rolas como la popular Despacito que están bien hechas. Hay buenos músicos haciendo eso. Trabajos impecables; hay un arte en el hacer las cosas bien.

“Komplete, que no sólo es una herramienta, es una fuente de inspiración, un lienzo en blanco en el que puedes partir de cosas que te inspiran para hacer algo tuyo. Cada vez que me siento cómodo en un lugar, intento moverme para estarlo menos y aprender más”

¿Cómo fue tu descubrimiento del mundo de la música electrónica?

Por ejemplo, el mundo del cine ha cambiado de la era de los grandes estudios en los que se podía ver a un John Williams (creador de la música de Star Wars y ganador de varios premios Oscar) sentado frente al piano mostrando los temas al cineasta. Pero hoy día no es así. Mi trabajo no tiene que ver con eso. Mi labor es construir cosas que no tengo que pedirle a nadie que se imagine. Hoy le puedo mostrar al director lo que le voy a proponer. Para eso tenemos programas como Kontakt, de Native Instruments. Ahora, abro una sesión de Pro Tools en la que tengo varios Kontakt abiertos disponibles con una cantidad de sonidos. Construyó a partir de escuchar y probar. Tengo una pantalla de 50 pulgadas en la que está corriendo la película y yo viendo el diálogo constante entre la música y lo visual. Hay una comunicación entre lo que sucede en el filme y el sonido. Ésto hace que uno tenga una relación creativa con el director mucho más concreta, porque el director puede ver los pasos en falso que damos. Es una maqueta armada.

¿Cuáles son tus herramientas preferidas?

Fusil en mano tengo: Komplete; también uso Kontakt, sus instrumentos virtuales, cuyo poder está cabrón y con el que puedes crear, sampléandome a mí mismo, un teclado polifónico.

Todo instrumento, ya sea de hardware o software no es nada sin la sensibilidad humana.

Es la parte más chingona. Abres un software y te lleva a un montón de lugares que no te imaginas. Si sólo tuvieras, por ejemplo, un martillo, un desarmador y unos tornillos, no son nada si ellos no te recomiendan hacer una mesa, ¿verdad? Lo mismo pasa con Komplete, que no sólo es una herramienta, es una fuente de inspiración. Aunque no tengas idea de nada, lo abres, juegas, te conectas y hallas un sonido que puedes inventar. Un lienzo en blanco en el que puedes partir de cosas que te inspiren a algo tuyo. Lo que hace NI es que inspira.

Ejemplifica: “Un saxofón que suene lindo te puede llevar a crear ideas lindas. Un piano que se escuche bien te da ideas… Native Instruments ha logrado eso con instrumentos digitales, por eso soy tan feliz usándolos.”

En cada proyecto construyo mis librerías, y ahora estoy haciendo un full range pad de puros samples reales. Empieza en clarinete bajo, pasa por Sax barítono tenor alto clarinete y luego va a flautas. Puras notas largas con un loop point muy largo entonces es una especie de pad super orgánico que suena todo el tiempo distinto. Mi plan es agregar un knob que te permita aumentar el «wood sound o el metal sound» balanceando los clarinetes y flautas con los saxes.

Las librerías de Kontakt son una maravilla, de hecho los instrumentos orgánicos reales (como el Stradivari violin!) Son una herramienta vital en mi trabajo, pero me gusta crear instrumentos distintos y únicos para que la música suene a mi no solo en la composición sino también en la interpretación de los instrumentos

 

Asegúrate de seguir Dan en Spotify y en Youtube para escuchar más de su música.

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